Hubo un tiempo en el que solo se miraba a la mar, en el que la frontera con los más temidos estaba en las tierras de la Janda litoral. Los pueblos eran vigías de las invasiones, sus moradores se protegieron con la construcción de estas torres vigías, fieles compañeras del viento y la mar.

Vigilaban las riquezas del mar, los atunes y defendían a sus vecinos de los ataques de los corsarios.

Permanentes testigos del baile entre el hombre y la mar, conocedoras de las luchas entre los pueblos, durante más de 500 años, se alzan estoicas las torres en nuestras costas. Solo con nosotros, podrás conocer los episodios de la historia de las que han sido testigos eternas.